Tras haber acabado un par de horas antes, en la semifinal, con Alemania por 21-15, los españoles tenían una gran oportunidad para hacer historia y convertirse en leyendas. Y no la desaprovecharon.
La clave en la final estuvo en pasar de un 5-6 a un 5-10. A partir de ahí, pudieron jugar con esa ventaja, sin arriesgar con lanzamientos lejano. Los suizos apretaron con 16-18, pero España, con un De Blas inmenso que anotó 12 puntos, logró dos canastas para ponerse de nuevo cuatro arriba.
Un mate de Iván Aurrecoechea certificó el oro cuando aún quedaban 1:40 minutos en el crono.