La decepción es ahora mismo el sentimiento que impregna la mente de Carlos Sainz. El veterano piloto de 62 años acudía ilusionado al Dakar con la ilusión de conseguir un quinto título a bordo de una quinta marca de coches diferentes. Pero ha durado tres días.
"Una de las grandes decepciones de mi carrera, pero también peino canas y sé que las carreras son así", reconoció el madrileño nada más hacerse oficial su abandono del desierto saudí.
Su experiencia y sus cuatro títulos no sirvieron en esta ocasión para evitar un accidente que ha costado demasiado caro y que ha hecho que todo el esfuerzo se haya ido al traste por una maldita duna.
"Si me quedo en casa seguro que no pasa nada, me da rabia por Ford, no poder ayudar al equipo. Hoy lo que pienso es en que todo el trabajo de un año ha servido de poco, el coche es competitivo y algún tipo de satisfacción te da, pero en tres días irte para casa es un jarro de agua fría importante", declaró Sainz ante los medios desde el vivac con gesto serio.