La Verde tenía que ganar y esperar que Venezuela perdiera ante Colombia en Maturín. Una victoria o un empate de la Vinotinto sepultaba cualquier sueño mundialista de los bolivianos.
Los partidos en El Alto y en Maturín se jugaron con horario simultáneo.
Ganar o morir. Esa era la premisa. Los locales pisaron el acelerador a fondo para fundir a los pentacampeones del mundo, ahogarlos en la altura y buscar el gol a la brevedad posible. Pero Brasil supo sufrir y resistió.
Los embates locales fueron por el sector izquierdo con Gabriel Villamil y Moisés Paniagua y por el derecho con Robson Matheus y Miguel Terceros.
Brasil mantuvo las líneas ordenadas, sufriendo en algunos tramos de la primera parte del encuentro la presión local.
Gol de Terceros
Los pupilos de Carlo Ancelotti buscaron contragolpes, con un Richarlison voluntarioso, pero sin lograr inquietar con seriedad al meta Carlos Lampe.
Entre tanto, la galera local siguió con nerviosismo lo que acontecía en Maturín.
En las postrimerías del primer tiempo, la alegría llegó para los locales. Roberto Fernández fue derribado en el área por Bruno Guimaraes. Tras una consulta con el VAR, el árbitro chileno Cristian Garay sancionó penalti.
El ejecutor del tanto fue Miguel Terceros, aunque el meta Alisson logró manotear levemente el balón.
Los bolivianos se fueron al descanso con la sonrisa en el rostro, más aún cuando las noticias que llegaban de Venezuela daban cuenta de un empate 2-2. Ese resultado momentáneo los mantenía en carrera.
La ayuda colombiana
Para la segunda mitad, Ancelotti ajustó sus líneas con varios cambios. Ello motivó mayor volumen de juego y más ataques contra el pórtico boliviano. Los ingresos de Raphinha Dias y Joao Pedro permitieron un mejor desarrollo de la Seleçao.
Mientras Bolivia jugaba con desorden, aunque con ímpetu, los goles colombianos se escuchaban en las graderías como un bálsamo para las aspiraciones de alcanzar la repesca.
Los hinchas gritaban "¡Bolivia, Bolivia!" para alentar más a sus jugadores.

En la recta final del encuentro, la afición apretó los dientes mientras se conocía que Colombia se alzaba con una goleada por 6-3 sobre Venezuela y sepultaba las aspiraciones de la Vinotinto.
Al sonar el pitido final, los jugadores estallaron en júbilo y se fundieron en abrazos. Desde el banquillo, los suplentes y el técnico Óscar Villegas corrieron al campo para sumarse a la celebración, entre lágrimas y emociones desbordadas.