"Cumpliré mi promesa y traeremos la Champions a Barcelona". Tras la dolorosa eliminación a las puertas de la final, Lamine Yamal lanzó un órdago a los aficionados azulgranas. Porque él, como un seguidor más, ansía por encima de todo levantar la 'Orejona'. No es de extrañar que esa pasión especial que siente le haga sacar un lado más colérico en el torneo: el de las tarjetas. Si en el resto suele ver una cada 13-14 encuentros, en la Champions es prácticamente una de cada 5. Ante el Eintracht, de hecho, vio su tercera amarilla de esta edición, por lo que tendrá que cumplir un partido de sanción en la penúltima jornada.
Concretamente, son 5 amarillas en 28 partidos de Champions, por solo 7 en los 95 restantes en los que ha actuado como azulgrana. Que el extremo catalán es precoz y pionero nos lo va recordando a menudo con algún destello. Pero también es capaz de lograrlo con esta faceta más oscura: se trata del primer futbolista 'top' de esta Champions que llega a ese ciclo de amonestaciones.
Chirría bastante el dato, puesto que el de Rocafonda suele ser más protagonista en el ranking de tarjetas provocadas (este lo lidera su compañero Pedri, con 4, empatado con Tonali). Pero, tras la batida de los partidos del martes en la quinta jornada, son diez los futbolistas que han llegado a esa tercera tarjeta, y el barcelonista está entre ellos. Y más allá de Lamine Yamal, apenas se reconocen los nombres de Zubimendi, Tapsoba o Laimer.
Aunque no es habitual verle ser protagonista en el capítulo disciplinario, en cinco encuentros del torneo solo en dos ha dejado de ver cartulina. La primera la vio ante el PSG por en el descuento, por una falta peligrosa a Lucas Hernández que pareció resultado de la frustración del gol de Gonçalo Ramos en el 90'. Contra el Brujas, una innecesaria por pedir a Anthony Taylor una amarilla que ya iba a sacar a Diakhon. Una plancha ante Brown completó su ciclo frente al Eintracht.
Para las dos anteriores hay que remontarse al Lamine de los inicios: tarjeta por juego peligroso ante Ejuke en un partido contra el Antwerp de 2023 y por un pisotón a Mário Rui frente al Nápoles en 2024. Todos ellos motivos que no suelen ser habituales en su versión no europea.
Así que el Barcelona, que debe ganar sus dos partidos restantes y esperar una combinación de resultados si quiere entrar en el 'top 8', jugará la primera de sus finales, en campo del Slavia de Praga, sin su estrella, que no solo en el enfado del cambio ante el Eintracht muestra cómo se transforma con la Champions.
