Ha sido Jesús Toledano, de Audios, quien ha compartido unos minutos de charla con el que fuera defensa central.
-Aitor, ha pasado tiempo desde su retirada, pero viéndole nadie diría que ha dejado el fútbol
El fútbol lo dejé con todas las consecuencias, no lo practico ya. Otros deportes sí. Recuerdo toda la vida haciendo deporte, fundamentalmente fútbol. Lógicamente, desde que era un niño siempre fue mi pasión y luego tuve la suerte de dedicarme como profesional. Y además, a punto de cumplir 48 años, creo que la actividad física y los buenos hábitos son un tema de salud. Creo que durante muchos años la gente ha pensado que son temas estéticos sin nada que ver. Pero el deporte es salud y es fundamental cuidarse y a mí me gusta hacerlo.
-Tiene negocios incluso relacionados con la actividad física y con la actividad deportiva. ¿Se cuida más ahora el futbolista que en su época?
Sin duda, la respuesta es sí. Sobre todo lo que hay es mucha más información. Todo se ha individualizado mucho más. Ya estamos viendo futbolistas que se van a retirar superando la barrera de los 40, lo están haciendo con mucha facilidad. Llevo años retirado, pero tampoco tantísimos. Y recuerdo que las cenas prepartido pues eran arroz y pollo para todos. Lo mismo comía el portero que el delantero, que el central, lo mismo. O sea, todo estaba muy generalizado. La carga de entrenamientos, de la misma manera. Hoy todos llevan sus pulsómetros y sus GPS, está todo controlado y cada uno sabe lo que ha corrido y lo que debe correr, o su entrenamiento, o dónde están sus niveles de fatiga para reducir. Los procesos de readaptación y de recuperación. De todo esto ya hay mucha información, es mucho más analítico. Es cierto que en algunos casos esa parte más creativa que antes había en el fútbol se ha reducido, pero indudablemente, a nivel de estado físico, sería imposible sumar la cantidad de partidos que juegan muchos de los jugadores, la cantidad de minutos que acumulan en las piernas, para mí un tanto exagerada. Con tanta competición, un calendario tan cargado… Y de hecho, se está viendo, con lesiones importantes.

-Aitor, le leí decir que usted jugaba al fútbol por pasión, quería llegar al primer equipo por pasión. Y ahora, quizás los jóvenes tienen más información y se dejan llevar también por otras pasiones que no están estrictamente relacionadas con lo que es el fútbol, ¿no?
Esto no quiero que se mal interprete, porque hoy en día también vivimos en una sociedad en la que todo se saca a veces de contexto. También las circunstancias que hay alrededor y lo que se mueve alrededor hoy del fútbol nada tiene que ver con las que yo crecí. Hoy todo es noticia, todo genera. Las cifras que se hablan. Antes ni se hablaban de las cifras. Muchos futbolistas del Athletic o de aquella generación de los 70, 80, 90, que yo tenía en mis cromos, que habían sido internacionales, que habían ganado títulos, que tenían unos palmarés increíbles y no pudieron resolver sus vidas. Hoy tienen que seguir, o han tenido que seguir trabajando en años posteriores. Las cifras son absolutamente... desorbitadas en algunos casos. Nosotros crecimos, bueno, de una manera más sana, en ese sentido. Nos gustaba y como éramos locos del fútbol queríamos llegar a lo más alto posible. Y eso era la Primera división. Independientemente de las cantidades, de lo que uno fuera a cobrar o del coche o de una serie de cosas.
-Centrados en usted, hay dos partidos que creo que están marcados a fuego en su carrera, uno con el Sevilla, otro con el Athletic.
Sí, he tenido la suerte de jugar muchos partidos, buenos partidos, partidos importantes, jugar finales, ganar finales. Pero cuando me preguntan dos partidos… Por orden cronológico, fue esa primera semifinal con el Sevilla (contra el Schalke 04) que nos llevó a la final. Después de muchísimos años pudimos ganarla. Pero eso, hacerla en casa, ante nuestra afición, aquel jueves de febrero, de la manera que fue, mira, vuelvo a explicarlo y se me pone la piel de gallina, se me encoge un poquito el estómago. Recordando todo lo que vivimos en los días previos, los sorteos y luego el partido que fue increíble. Y cómo culminó de aquella manera, con aquel zurdazo de nuestro querido y añorado Puerta.

-¿Qué recuerda de esa semana, feria de Sevilla, ante la posibilidad de hacer historia, un Sevilla que no había jugado una final europea nunca, con la posibilidad de hacerlo?
En Sevilla todo se vive muy intensamente. Los derbis, en general, el fútbol, la vida, bueno, se vive y se disfruta. Tampoco teníamos una gran responsabilidad porque al final no eras ese equipo grande que estaba obligado, pero bueno, estábamos con muchísima ilusión. Cuando empezamos a hacer aquellas eliminatorias, cuando empezamos a viajar e ibas superando eliminatorias, ya eras consciente de que podía ser. En ese momento, el Schalke era un grandísimo equipo, que en la liga alemana estaba haciendo una muy buena temporada. No era fácil, no era obligado, pero eníamos ese convencimiento de saber que lo podíamos hacer. Y se logró, se pudo, se dio.
-Y luego, el otro partido es con el Athletic Club, en las semis contra el Sevilla, precisamente. Cuando Del Nido hace esas declaraciones de ‘nos vamos a comer al león, de la cabeza al rabo’.
Sí, sí. Después de 25 años el Athletic tenía la oportunidad de disputar una Copa del Rey. Ese título tan querido en Bilbao. El Sevilla tuvo un año extraordinario, una temporada de la liga extraordinaria, con un resultado en la ida que nos complicaba, que no era fácil la eliminatoria, pero bueno, con la oportunidad ante nuestra afición de sacar adelante esa eliminatoria. Los días previos fueron terribles, todo lo que se vivió esa semana, toda la ciudad, todos los balcones… Yo recuerdo que amigos del Sevilla, o incluso el Pichón, el utillero, hablando después, decía que cuando aterrizaron ellos en el aeropuerto, se dieron cuenta que iban a perder el partido. O sea, yo creo que nosotros, por supuesto, en el campo hicimos lo nuestro, fue un muy buen partido. Pero es que la ciudad, Vizcaya entera se volcó y eso se respiraba en cada paso que daba. Se generó una atmósfera que todo hacía indicar que podíamos conseguir ese pase a esa final. Luego, lamentablemente, no lo ganamos. No se pudo ganar. Es la única espinita que me quedó, ganar un título con el Athletic. Pero la vida es así, no se puede tener todo. Te da por un lado y te lo quita por otro.

-Esa Copa sí la consiguió ganar con el Sevilla en 2007, además de dos UEFA y de la Supercopa de Europa. No sé cómo vivió desde fuera la última final de la Copa del Rey, esa tanda de penaltis en La Cartuja, en Sevilla, donde el Athletic Club, 40 años después, consiguió ganar esa Copa del Rey.
Hoy en día es complicado que un club como el Athletic pueda optar a un título de Liga tal y como está organizada la industria del fútbol. Pero una Copa del Rey llevábamos años rozando el larguero, teniendo oportunidades, con una sensación de decepción, de no haberlo logrado. Especialmente por esos jugadores que habían participado en todas esas finales que no se habían ganado. Y una vez que ha habido la oportunidad y ganas, pues la afición no falla, qué vamos a explicar. De las dos, ¿eh?, porque he tenido la suerte de vivir el curso de mi carrera en dos equipos como el Athletic y el Sevilla, para mí es un orgullo haber podido defender esos dos escudos.
-Aitor, le iba a preguntar por esa carrera que está siguiendo de alguna manera su hija Anaya, con ese torneo que ha disputado en Estados Unidos.
Como decía antes, el deporte ha sido parte importante de mi vida y yo traté, a la hora de inculcar valores, una formación y una educación, que el deporte estuviera muy presente. La llevé a probar todos los deportes para que ella pudiese elegir: tenis, golf, baloncesto… el único al que no la había llevado yo fue fútbol y fue ella la que me dijo un día, ‘papá, yo quiero jugar a fútbol’. La dejamos en el equipo y a partir de ahí, todo lo que he hecho ha sido apoyarle en su proceso, teniendo ella muy claro que para mí lo más importante es la formación y la educación y los estudios, y a partir de ahí, compaginándolo, lo que sea, tratando de estar relativamente cerca y disfrutando con ella también. Una nueva etapa para todos.