La lluvia inusual que sorprendió Lima durante casi todo el día del miércoles 12 de febrero, en pleno verano austral, era quizá un augurio, una señal de que por la noche, en el estadio Alejandro Villanueva -conocido como Matute-, tendría que ocurrir algo anecdótico, quizá hasta milagroso. Y pasó. Alianza Lima venció 3-1 a Nacional de Paraguay por el partido de vuelta de la fase 1 de la Copa Libertadores y, con un 4-2 en el global tras empatar 1-1 de visita, no solo clasificó a la siguiente ronda del certamen continental, sino que rompió cuatro maleficios de un tiro.
Los íntimos volvieron a ganar de local por la Copa después de 13 años, con la coincidencia que la última vez fue ante Nacional también, pero de Uruguay. El duelo se jugó en el Estadio Nacional y acabó 1-0 con gol de José Carlos Fernández. Y si nos remontamos al último triunfo blanquiazul en Matute, debemos retroceder hasta 2010 en el 1-0 ante Bolívar con tanto también de Fernández.
Por otro lado, Alianza logró vencer en Perú a un equipo paraguayo después de 46 años por la Libertadores. Y pasó un duelo directo de clasificación por primera vez en su historia. Antes había disputado cinco cruces, pero nunca pudo salir victorioso.
El técnico, Néstor Gorosito, lo tenía claro: su once titular era inamovible y, a excepción de Paolo Guerrero, que sigue entre algodones por una esguince en su tobillo -aunque ingresó sorpresivamente en el segundo tiempo-, colocó a los mismos hombres que jugaron la ida en Paraguay con la inclusión de Hernán Barcos, el hombre que dio el empate agónico en aquella ocasión.
En el pitazo inicial, las cuatro tribunas recibieron a los íntimos con calurosos cánticos bajo la lluvia que no cesaba y que ponía el césped de la cancha mucho más rápido que de costumbre. Finalmente, aquello pareció darle un punto en contra a ambos que sufrieron de resbalones iniciales y falta de precisión.
El gol íntimo llegó desde el muslo de Kevin Quevedo, el hombre de la noche. Era el minuto 11, luego de que Hernán Barcos rematara de cabeza y le quedara el rebote al extremo, que no dudó en atropellar y meterse hasta el arco con todo y balón. Tras unos minutos de angustiosa revisión del VAR, los locales se pusieron arriba por 1-0.
Pero esta ilusión se fue apenas cuatro minutos después cuando Gaona recuperó una pelota y le pegó desde fuera del área. Hasta entonces, ambos equipos volvían al principio y tentaban una posible tanda de penales.
El segundo tiempo fue todo blanquiazul: Quevedo apareció en su mejor versión y puso el tercero de pecho tras una gran jugada del lateral argentino Guillermo Enrique. Antes, Hernán Barcos había colocado el 2-1 tras un desborde del ecuatoriano Eryc Castillo.
Razones de un triunfo histórico
Para las estadísticas de Flashscore.pe, Kevin Quevedo fue el hombre de la noche, la figura. Y no es para menos: anotó un doblete, desbordó por su banda izquierda e incluso se dio el tiempo de hacer enojar a sus rivales con algunas pisadas y amagues.
Sin embargo, detrás de Quevedo está un hombre en el que se sostiene el equilibrio de este Alianza de Gorosito: Erick Noriega. El ‘Samurai’, que hasta el año pasado jugaba de defensor central, hoy es el volante de contención que 'descubrió' el técnico argentino. Aunque al principio le costó la adaptación, Noriega ha demostrado que es el mejor en el puesto, sabe posicionarse y leer la jugada para anticipar, distribuye, quita y tiene visión de juego.
El puntaje de Flashscore.pe para Erick fue de 7.6, solo por detrás de Quevedo (8.1). La diferencia es que el volante no anotó ningún gol, pero sí fue partícipe indirecto en el segundo tanto aliancista con un pase largo a Castillo, quien luego desbordó y centró para Barcos.

Otro factor a resaltar del triunfo íntimo fue la banda derecha. Con Eryc Castillo primero, imprimiendo velocidad y dribling, Alianza hizo mucho daño. Y luego está el argentino Guillermo Enrique, quien pasó casi siempre como una locomotora, atropellando a quien se le cruzara en el camino. Así ganó un duelo para asistir a Quevedo.
En defensa, Renzo Garcés fue el mejor de la noche. El central siempre se mantiene sereno, gana la posición y sale jugando. Y cuando tiene la pelota en los pies, rompe líneas para desordenar la defensa rival. A su lado, Carlos Zambrano, entre algunos errores propios de jugar bajo la lluvia, fue también un baluarte.
Fue un triunfo que vale oro porque Alianza Lima logró imponerse en casa en Copa Libertadores luego de 15 años. Su última victoria había sucedido cuando superó por 1-0 a Bolívar con un solitario gol de José Carlos Fernández. Aquel triunfo le valió la clasificación a los octavos de final de aquel torneo en su edición 2010.