"Lucy Bronze es simplemente única. Nunca, nunca había visto eso antes en mi vida", la elogió la seleccionadora, Sarina Wiegman, poco dada a los elogios públicos.
En el partido más imprevisible del torneo, el jueves en Zúrich, su lateral derecha lideró la rebelión de las campeonas de Europa contra Suecia, que mantenía su clasificación con un 2-0 a 11 minutos del final del partido.
Bien asistida por Chloe Kelly, Bronze redujo la diferencia con un cabezazo (79'), dos minutos antes del empate firmado por Michelle Agyemang (81')
Tras la prórroga concluyó la tanda decisiva con un penalti lleno de furia tras una sucesión de errores pocas veces vista: finalizó 3-2 para Inglaterra tras 14 disparos.
La jugadora más veterana de las Leonas, con 138 convocatorias y 20 goles en 12 años, se había vendado ella misma el muslo derecho mientras los fisioterapeutas se ocupaban de otras jugadoras, una actitud "de guerrera" destacada por Wiegman.
"Simplemente me sentí algo tensa al final del partido y pensé: 'Tengo que aguantar para estar segura de poder seguir jugando'", minimizó Bronze ante los periodistas.
Confianza y matemáticas
La defensa era consciente del obstáculo que representaría esta venda ultraajustada en caso de una tanda de penaltis, pero no esperaba enfrentarse a la portera Jennifer Falk, con una presión máxima y poca experiencia en estas situaciones.
"Nunca había lanzado un penalti para Inglaterra. Pero confío en mis capacidades y en nuestra portera Hannah (Hampton). Sabía que debía asumir la responsabilidad y que Hannah haría lo que fuera necesario", relató Bronze tras el partido.
Después de un desfile de lanzadoras paralizadas por la presión -ocho intentos fallidos de 12-, la lateral envió un misil al corazón de la portería antes de que la joven Smilla Holmberg desaprovechara la última oportunidad sueca.
"Estadísticamente, en una tanda de penaltis, es bastante arriesgado para una portera quedarse inmóvil en el centro", analizó tranquilamente esta aficionada a las probabilidades, cuya madre, profesora de matemáticas, se tapaba los ojos en las gradas para controlar su propio estrés.
Apoyo inquebrantable de su hija menor desde su infancia en Berwick-upon-Tweed, a pocas millas de Escocia, Diane Bronze describía en 2020 a una niña tan apasionada que "hacía malabares en la cocina mientras preparaba su té".
Trastorno autista
Tímida, con insomnio, incómoda en la escuela y en sus relaciones sociales debido a un déficit de atención y a un trastorno del espectro autista diagnosticado solo de adulta, la niña encontró de inmediato su bienestar en el campo, calmada por el ejercicio físico.
"No sé si diría que soy apasionada, estoy obsesionada. Esta hiperfocalización en el fútbol es el efecto de mi autismo", confesaba en 2021 la campeona de Europa en 2022 a la BBC, explicando cuánto le había costado hablar con sus compañeras de equipo y mirarlas directamente a los ojos.
La famosa defensora del Chelsea, con pasos por Liverpool, Manchester City, Lyon y Barcelona, y que acumuló cinco Ligas de Campeones y nueve ligas nacionales, vivió el punto álgido de su carrera en 2020 cuando ganó el premio FIFA The Best.
"Tener a alguien así en tu equipo da mucha fuerza", explicaba el viernes la delantera Alessia Russo (26) en un pódcast dedicado a las Leonas.
"Es tan apasionada... Haría cualquier cosa para ganar. Es una ganadora nata, no solo en el fútbol sino en cada aspecto de la vida. Inspira a cada una de nosotras con su forma de ser y lo que hace. Es simplemente una leyenda", resumía la atacante.
A su lado, Hampton coincidía de inmediato: "No creo que haya otra Lucy Bronze en un futuro cercano".