Hay deportistas que trascienden fronteras. Da igual el equipo en el que hayan jugado, las camisetas que hayan defendido. Están por encima del bien y del mal. Andrés Iniesta fue uno de ellos. Sólo pitado en San Mamés, no hubo afición que no le tratara y despidiera con honores, gracias sobre todo a aquel gol que hizo a España campeona del mundo en 2010. Una acción, por cierto, iniciada desde la banda derecha por un tal Jesús Navas.
El de Los Palacios ha vivido algo similar a lo que sintió su colega de Fuentealbilla. En esta su temporada de despedida, cada partido lejos de casa era un homenaje para agradecerle su contribución a lo largo de las dos décadas de carrera deportiva. Y más especial, por supuesto, fue su último encuentro en el Ramón Sánchez-Pizjuán, con un triunfo que vivió como titular y que pudo celebrar ya en el banquillo en los minutos finales. Luego llegaría el del Bernabéu, con pasillo incluido de sus compañeros y de los jugadores del Real Madrid.
Todo eso ha sido como futbolista. Ahora, este lunes 30 de diciembre llega, ya retirado, el gran tributo que le rendirá el Sevilla FC. A las 17 horas comenzará el acto en el coliseo nervionense que no se ha querido perder nadie. Se podrían haber llenado dos o tres estadios ante la demanda de entradas. Pero ya no hay. Una vez puestas las útimas localidades a disposición de los aficionados no abonados, éstas se agotaron en pocos minutos. Nadie se quiere perder el adiós definitivo a una leyenda como Jesús Navas.