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Opinión | El ridículo de Joan Laporta es espantoso

Laporta y Olmo, el día de la presentación del futbolista
Laporta y Olmo, el día de la presentación del futbolistaFC Barcelona
El asunto Dani Olmo, culebrón que desde el Barça aún aseguran que acabará bien, ha dejado la imagen de Joan Laporta por los suelos y, por extensión, ha ensuciado la del club azulgrana hasta límites insospechados.

Laporta siempre dio imagen de tranquilidad y de confianza, la misma que con lo del fiasco de Barça Vision. Una palanca que resultó ser un fracaso, pero que le permitió en su día inscribir a quien le dio la gana con la anuencia de LaLiga. Dicho de otro modo, que mientras otros clubes se las veían y deseaban, o incluso tenían que renunciar a ciertos fichajes por superar su límite salarial, el Barcelona recibió todos los permisos con la excusa de que su patrimonio y su potencial económico eran suficientes avales como para garantizar que se pondría al día en breve. 

Han pasado varios años, varios mercados de fichajes y todo ha seguido igual, con la entidad culé muy por encima de lo que LaLiga se supone que le podía permitir y sin recibir sanción o castigo de ningún tipo. Las promesas de Laporta parecían siempre convencer a Tebas y a su equipo del control financiero. Pero eso parece que se acabó ante la presión del resto de clubes y de la propia documentación, cuyas garantías no han cumplido con lo esperado, enviada por el Barcelona sobre la venta de los palcos vips del nuevo Camp Nou. 

Así que a 1 de enero, Dani Olmo y Pau Víctor, para LaLiga, no forman parte de la plantilla azulgrana. Y eso es humillante. Por el dineral que puede perder, porque si a Olmo le da por hacer la puñeta, el Barça pierde unos 100 millones de euros por nada entre la amortización del traspaso y el pago del salario total del futbolista. Pero también por el rídiculo espantoso que supondría perder a un jugador franquicia de esa forma. 

Y el culpable de todo esto es Laporta. No hay que buscar más lejos. Si acaso, como culpables secundarios, su Junta directiva, sus asesores económicos. Vendió humo el presidente con el acuerdo con Nike, colgándose medallas más falsas que las de bronce de París 2024, asegurando que si no había querido arreglar sus problemas de ajustarse al salario Liga era porque no les había dado la real gana. Y una vez que lo cierran, resulta que no es suficiente. Y ahora lo de los palcos vips. Y como no le ha salido como quería, ahora irá soltando que la competición está adulterada cuando el Barça lleva tres temporadas jugando con fuego sin quemarse porque LaLiga le echaba siempre un capote. 

Pues señor Laporta, la competición sí ha estado adulterada, pero no desde ahora, sino desde que se le permitió competir al Barcelona con unas reglas financieras distintas a las del resto, fichando lo que no se podía permitir. En definitiva, viviendo por encima de sus posibilidades. Y ahora es cuando se queja. Lo mismo le salva el barcelonismo de Olmo, o lo mismo algún salvoconducto en forma de letra pequeña que haga que LaLiga, donde dijo digo ahora diga Diego. Pero acabe como acabe, la sensación de rídiculo para el mundo del fútbol en general, y para el barcelonismo en particular, ha sido y es espantosa.  

César Suárez
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