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La violencia se repite en el fútbol venezolano: una vergüenza nacional

Una aficionada observa los hechos con preocupación.
Una aficionada observa los hechos con preocupación.GABRIELA ORAA / AFP
La reciente jornada de la Liga FUTVE se vio empañada por un bochornoso espectáculo de violencia protagonizado por jugadores de Estudiantes de Mérida y Academia Puerto Cabello. Tras un disputado encuentro que culminó con una ajustada victoria por 1-0 para el conjunto merideño gracias a un gol de Jesús Hernández, la tensión acumulada durante el partido estalló en una vergonzosa batalla campal.

Las imágenes que circulan en redes sociales evidencian la furia desatada al sonar el pitazo final. Lo que comenzó como un intercambio verbal subió rápidamente de tono, degenerando en una lluvia de golpes y patadas entre futbolistas de ambos equipos. Los intentos desesperados del cuerpo técnico y otros jugadores por separar a los contendientes solo sirvieron para resaltar la magnitud del caos que se apoderó del terreno de juego del Estadio Olímpico Metropolitano de Mérida.

Estos episodios de violencia, tanto dentro como fuera del terreno de juego, representan un duro golpe para el fútbol venezolano. No solo empañan la competitividad y el espectáculo deportivo, sino que también alejan a los aficionados genuinos y ahuyentan posibles inversiones. La imagen de una liga donde la confrontación física y la agresión se imponen al juego limpio y la pasión deportiva es profundamente dañina.

El último antecedente violento en la Liga FUTVE fue hace sólo seis meses

Este lamentable suceso no es un hecho aislado y pone de manifiesto una preocupante tendencia que lacera profundamente la imagen y el desarrollo del fútbol profesional venezolano. Apenas unos meses atrás, el clásico entre Caracas F.C. y Deportivo Táchira también se vio ensombrecido por la violencia, aunque en esa ocasión el protagonismo recayó en la afición local. Tras una contundente derrota 0-4 sufrida en casa, decenas de seguidores del Caracas irrumpieron en el campo de juego del Estadio de la Universidad Central de Venezuela para confrontar agresivamente a los jugadores del Táchira.

Las escenas fueron alarmantes: aficionados saltando las vallas de seguridad para encarar a futbolistas, reclamaciones airadas y conatos de pelea que obligaron a la intervención de compañeros y personal técnico para evitar una batalla campal. Incluso el presidente del Deportivo Táchira, Jorge Silva, denunció públicamente la "seguridad mediocre e irresponsable" del evento, revelando la angustia que vivieron sus familiares ante la cercanía de los violentos. La gravedad de los incidentes en aquel momento llevó a la suspensión del partido de la Liguilla.

Ahora, la Liga FUTVE tiene ante sí la difícil tarea de tomar decisiones contundentes con respecto a los involucrados en la pelea entre Estudiantes de Mérida y Academia Puerto Cabello. Las sanciones que se impongan deberán ser ejemplares para sentar un precedente claro y firme contra este tipo de comportamientos. De igual manera, es imperativo revisar y fortalecer los protocolos de seguridad en todos los estadios para evitar que se repitan incidentes como el ocurrido en el clásico capitalino.

El fútbol venezolano necesita urgentemente un cambio de rumbo. Es fundamental erradicar la violencia de sus canchas para poder reconstruir la confianza de los aficionados, atraer nuevo talento y recuperar el prestigio que este deporte merece en el país. De lo contrario, estos lamentables hechos seguirán erosionando los cimientos de una disciplina que debería ser motivo de orgullo y unión nacional.