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Flashback: Baggio, el campeón más amado: de la gloria toscana a la frustración en Milán

Roberto Baggio con la camiseta del Inter
Roberto Baggio con la camiseta del InterČTK / imago sportfotodienst / Pius Koller - Flashscore by Canva
Ídolo en la Fiorentina y de la selección italiana, el Divino Codino ha vestido la camiseta de las tres reinas del fútbol italiano, consiguiendo enamorar a todo el mundo. Bueno, casi todo el mundo: sus desavenencias con Marcello Lippi, de hecho, le llevaron primero a dejar la Juventus y luego el Inter.

¿Hay discusiones más estériles que las que quieren, necesariamente, identificar al mejor futbolista de la historia? No, probablemente no, no hay ninguna tan inútil. También porque, cada vez que empezamos, todo el mundo tiende a dejar que sus emociones personales prevalezcan sobre el frío análisis técnico-táctico. Como era de esperar, al fin y al cabo.

Y sí, porque realmente no tiene mucho sentido perder el tiempo en valoraciones que nada tienen que ver con la realidad de un juego que, a lo largo de los años, ha sufrido transformaciones tan profundas -tanto en sus reglas como en su interpretación- como para hacer ridícula una comparación entre el fútbol de los años sesenta y el de hoy, por poner un ejemplo.

Las emociones, en cambio, que un campeón es capaz de generar siguen siendo prácticamente las mismas de siempre: pasión (la de sus aficionados), piel de gallina (la que genera incluso en el espectador neutral), admiración (tanto entre iniciados como entre profanos), imitación (para los más jóvenes, los que se acercan al juego más bello del mundo) y odio (deportivo, por supuesto).

Indignación transversal

Pues bien, no son muchos los fenómenos futbolísticos que han logrado evitar el odio de los aficionados rivales: ni Maradona ni Messi (que se lo pregunten a los aficionados ingleses y madridistas) lo han conseguido. A nivel internacional, la mente vuela inmediatamente a Pelé. En Italia, en cambio, la única verdadera estrella interclasista fue y sigue siendo Roberto Baggio.

De Lanerossi Vicenza a Brescia durante más de 20 años de magia: entre medias, las tres reinas del fútbol italiano (Juventus, Milán e Inter) y, además de la fantástica temporada en Bolonia, por supuesto, la Fiorentina, rival del Inter en el gran partido de la decimocuarta jornada de la Serie A. Un partido que enfrenta a dos de los cuatro perseguidores más inmediatos del Nápoles.

Cabeza de la clasificación en la Serie A
Cabeza de la clasificación en la Serie AFlashscore

Icono púrpura

Fue durante su aventura de púrpura cuando el futbolista más querido de la historia del fútbol italiano se dio a conocer en todo el mundo, rompiendo las barreras de la fama en las noches mágicas de Italia'90 junto a Totò Schillaci.

Prueba de ello es que, aunque ganó sus títulos más importantes (tanto individual como colectivamente) en Turín, su vinculación con la Fiorentina es la segunda más importante, después de la que tuvo con Italia. Un auténtico fenómeno anómalo: en los años en que los clubes tomaban definitivamente el relevo de la selección nacional, Baggio se convirtió en un icono gracias también y sobre todo a sus actuaciones nacionales.

"Éste era mejor que tú": con estas palabras, Pep Guardiola, dejó claro a Andrés Iniesta que le presentaba a uno de los cracks más importantes de la historia reciente del fútbol. Uno con el que había tenido la suerte, según sus propias palabras, de compartir vestuario en el Brescia, donde había llegado el niño mimado de al menos cuatro generaciones de aficionados italianos tras su turbulento adiós en el Inter.

Un enemigo

Encontrar a alguien que hable mal de él es prácticamente imposible. Incluso quienes no le entendieron antes se vieron obligados a volver sobre sus pasos más tarde, como Carlo Ancelotti.

"Cuando empecé tenía un sistema que aprendí en el AC Milan de Arrigo Sacchi. Era el 4-4-2. Y por eso rechacé a Roberto Baggio en el Parma, porque quería jugar de número 10. Le dije: 'No, no quiero jugar con un número 10'. En aquella época era uno de los mejores del mundo y lo rechacé porque quería jugar con dos delanteros. Fue un error".

El único que nunca admitirá que se equivocó, por demasiado orgullo, es Marcello Lippi, el único enemigo real que tuvo el Divino Codino durante su larga e increíble carrera. La idea de reunirlos en el Inter tras los desencuentros entre ambos en el Juventus fue de Massimo Moratti, el presidente, alguien acostumbrado a resolver los problemas con un abrazo.

Y, en cambio, salió mal porque el técnico que pocos años después ganaría el Mundial en el banquillo de la selección, nunca fue capaz de perdonar a Baggio, culpable de haber dicho públicamente que en su época de la Juve le había pedido que fuera su espía en el vestuario.

Frustración nerazzurra

Y así, tras dar el "sí" a Moratti, aceptando su contrato, hizo todo lo posible por llevarle la contraria, dejándole en el banquillo incluso cuando estaba claro que era el delantero más en forma de su equipo. Y así, el sueño de formar parte de uno de los tridentes más fuertes de la historia del fútbol junto a Ronaldo el Fenomeno y Christian Vieri se convirtió en la mayor frustración de su carrera.

Prueba de ello es que, en la primavera de 2000, tras dar a los nerazzurri la clasificación a la Liga de Campeones, marcando un doblete en la eliminatoria contra el Parma, Roby apareció en la zona mixta con una gorra con un mensaje que no podía ser más claro:'Mátame si no te sirvo'.

El entrenador de Viareggio no le mató, pero siguió ignorándole: "He sido humillado demasiadas veces por Lippi, si se queda me iré". Y así fue como Baggio decidió abandonar, muy a su pesar, el que siempre había sido su equipo favorito, tomándose, sin embargo, una gran revancha en el Brescia. Pero ésa es otra historia.