Llegaron a Bérgamo con los huesos magullados y el sonido de sus propias dudas en los oídos. El Milan de Allegri buscaba una victoria que fuera más medicina que clasificación, una forma de recuperar la confianza tras el pétreo empate contra el Pisa. Al otro lado, una Atalanta herida pero no doblegada, decidido a recuperar ese sabor a triunfo que le faltaba desde el 21 de septiembre. Dos equipos entre el orgullo y el miedo, una noche que prometía respuestas.
Y las respuestas llegaron, una para cada bando. En el New Balance Arena, el Milan empezó con la llama encendida, adelantándose a los cuatro minutos gracias a Ricci, cuya conclusión, desviada por Ederson, burló a Carnesecchi. Pero el fuego rossonero se apagó pronto, sofocado por la creciente presión de la Dea, que convirtió la primera parte en un asedio lúcido y furioso. El gol del empate de Lookman, un zurdazo feroz por debajo del travesaño en el minuto 35, volvió a poner la noche en su sitio: equilibrio, tensión, orgullo.
Acabó 1-1, y el resultado dice poco pero pesa mucho. Un Milan que sigue buscando su forma ideal, un Atalanta que no deja de creer en él y se mantiene invicto en la Serie A.

Destello rossonero, ferocidad nerazzurra
El balón se movió en el círculo del centro del campo y el Milan arrancó como un cohete en la primera parte. Los rossoneri se adueñaron de la zona de tres cuartos de campo contraria y encontraron la ventaja ya en el minuto cuatro: tras un saque de esquina, se hizo con un balón suelto en la frontal del área y Ricci fue el más rápido en rematar de volea con la derecha. La conclusión, desviada con decisión por Ederson, entró por detrás de Carnesecchi. El Diavolo parecía haber puesto la tarde cuesta abajo.
Pero la ilusión rossonera duró poco. Con el paso de los minutos, el equipo de Allegri bajó en precisión y lucidez, dejando espacios que ocupó el Atalanta. Juric perdió a De Roon por una distensión muscular en el flexor izquierdo (Brescianini entró en el minuto 20), pero el equipo de la Dea no se amilanó: al contrario, aumentó aún más su presión y obligó al Milan a cometer errores en el área.
En el minuto 21, Ederson estuvo a punto de empatar con un zurdazo venenoso desde el borde del área, en un balón alto recuperado. Maignan se estiró con cierta aprensión, salvando el resultado. La Atalanta crecía por momentos, y en el 23' De Ketelaere puso un centro preciso, Ahanor se anticipó a todos pero su disparo acabó fuera. Fue sólo el preludio de un dominio cada vez más evidente.
El conjunto visitante pasó apuros, construyó desde abajo se convirtió en una pesadilla. En el minuto 26, dos ocasiones para los nerazzurri: primero Ahanor fue batido en el último momento en el área, y después el disparo de Zappacosta en un contragolpe no encontró portería. Y en el minuto 27 llegó la ocasión más sensacional de todas: Pasalic robó el balón y volvió a habilitar a Ahanor, que estaba solo delante de Maignan pero chutó alto desde unos metros. Las manos en el pelo para Juric y todo el banquillo de la Atalanta, pero la sensación era clara: el gol está en el aire.
Y efectivamente, en el minuto 35, el castillo del Milan se derrumbó. Modric perdió un balón raro en el en la salida y Lookman lo aprovechó con ferocidad: se coló entre Tomori y Gabbia tras un servicio perfecto de Pasalic, cargó con la izquierda y disparó un misil por debajo del travesaño.
1-1, todo por decidir. Un gol de potencia, rabia y calidad, que retrata a la perfección la supremacía bergamasca en esta fase.
La sorprendente elección de Allegri
No fue un primer tiempo para recordar para el Milan, ni tampoco para Rafa Leao, que permaneció en la banda como un actor distraído. Allegri lo entendió e inmediatamente cambió las cartas al inicio de la segunda parte: fuera el portugués, entró Nkunku para dar ritmo, intensidad, nuevas ideas.
Pero fue la Atalanta, resentida por el empate en Cremona y hambrienta de redención, la que siguió sorprendiendo. Concedió algo más de posesión, pero en cuanto recuperó el balón atacó de inmediato. Los rossoneri intentaron reaccionar, pero su maniobra fue torpe e inconexa, arruinada con demasiada frecuencia por errores banales.
Lookman continuaba siendo el jugador más peligroso, un quebradero de cabeza constante para la defensa milanista: no siempre encontraba espacio para rematar, pero su velocidad mantenía al Milan bajo presión.
En el minuto 62, Allegri volvió a mover el banquillo: Loftus-Cheek entró por Giménez, aquejado de molestias musculares. Poco después llegó la gran ocasión de los rossoneri: Fofana filtró un pase vertical a Saelemaekers, que esprintó hacia la portería, pero en lugar de chutar decidió apoyar en Nkunku. Mala elección: oportunidad desperdiciada.
El Milan trató entonces de reaccionar con fuerza. En el minuto 67, Bernasconi realizó dos intervenciones decisivas en una acción frenética: primero a Saelemaekers, luego a Loftus-Cheek. Un minuto después, Fofana volvió a intentarlo con un giro hacia Bartesaghi, pero el balón rozó el poste. Fue el mejor momento del Diavolo.
Juric, sin embargo, no se quedó de brazos cruzados: percibió que su equipo estaba perdiendo ritmo y lo reactivó con cambios. Entraron Djimsiti y Bellanova, salieron Bernasconi y Ahanor. El equilibrio se restableció, aunque ambos equipos empezaron a acusar el desgaste físico.
La resolución se hizo esperar. Milan y Atalanta se midieron, pero ninguno se atrevió a arriesgar demasiado. Los músculos pesaban y las ideas se ralentizaron. El ritmo decayó, y el marcador se quedó igual: 1-1. Un empate con sabor amargo para ambos: segundo consecutivo para el Milan y quinto para la Dea entre la Serie A y la Liga de Campeones.

Jugador Flashscore del partido: Lookman (Atalanta).
