"Cuando algo te cuesta mucho esfuerzo, lo disfrutas aún más". Esa es la frase favorita de Edna Imade, de 25 años, que este viernes vivirá su primera convocatoria con la Roja en la final de la Liga de Naciones frente a Alemania. Cuando se anunció su llamada con España, la delantera cedida en la Real Sociedad por el Bayern Múnich no podía contener las lágrimas. Sólo dos días antes, el BOE le había concedido otro documento muy esperado: la nacionalidad española, la que llevaba esperando desde sus primeros meses de vida.
Imade se formó en la Liga F vistiendo la camiseta del Granada, hasta el punto de llamar la atención de grandes clubes europeos y firmar por el Bayern el pasado verano. La actual segunda máxima goleadora del campeonato nacional, con ocho tantos, jugaba hasta ahora con pasaporte nigeriano. Un país en el que nunca ha estado.
Nacida en Marruecos, en la ruta del exilio entre Nigeria y España
Edna Imade nació en Marruecos, en pleno trayecto de exilio de sus padres, que huían de los conflictos en Nigeria con la esperanza de dar una vida mejor a sus hijos. Camino de España, su madre tuvo que detenerse para dar a luz a gemelos, Edna y su hermano Paul. "Iba a tener dos hijos, mi hermano y yo, y decidió darnos una vida mejor cruzando el Sáhara para venir a España. Durante el viaje, dio a luz, necesitaba atención médica y nos quedamos en Marruecos tres o cuatro meses", cuenta la jugadora en un vídeo publicado por la selección española.
"Mi madre decidió emprender el viaje a España en una patera improvisada. Llegamos a Algeciras, donde nos acogieron en un convento de monjas, y ahí empezó nuestra historia en España", recuerda. Una historia que pudo haber comenzado de forma trágica, ya que Imade explica que su hermano pequeño cayó al agua cuando la embarcación llegaba a una playa en Cádiz. Sobrevivió gracias al valor de un pasajero que se lanzó para rescatarlo. Una vez en suelo español, su padre fue deportado a Nigeria por las autoridades.
El fútbol entre chicos, el futsal y una mano tendida
La familia se instaló en Carmona, un pueblo de la provincia de Sevilla que se convirtió en su hogar gracias a la ayuda de personas que, como siempre recuerda la delantera, les "tendieron la mano" cuando más lo necesitaban. Allí fue donde Edna Imade descubrió el fútbol. "En el recreo jugaba con los chicos. El profesor de educación física me vio y le dijo a mi madre que jugaba bastante bien, que debería apuntarme al equipo del pueblo. Ella quería que hiciera flamenco, pero sólo aguanté una clase, no me gustaba, lo mío era el fútbol", recuerda.
Su madre la inscribió en el club del pueblo, donde con ocho años era la única niña entre chicos. Ya era alta y atlética, así que su entrenador la puso de central, hasta que tuvo que dejarlo a los 14 años por no haber equipos femeninos cerca. Se pasó al fútbol sala durante tres temporadas y dejó huella en un torneo en Málaga, donde Bernardo Moreno se fijó en ella y la convenció para volver al fútbol 11. Se unió al AD Nervión en las afueras de Sevilla, luego al Málaga (2019-21) y más tarde al Cacereño (2021-23), donde marcó 25 goles en dos temporadas. Todo esto mientras estudiaba y trabajaba en animación de actividades físicas y deportivas.
"Siempre he vivido en España y soy sevillana"
Su progresión llamó la atención del Granada, que pagó su cláusula de rescisión (10.000 euros), la única que el club andaluz ha pagado por una jugadora. Y explotó: la temporada pasada, Imade marcó 16 goles y terminó como segunda máxima goleadora de la Liga F, aportando 13 puntos a su equipo. El Bayern Múnich llegó a abonar 75.000 euros para ficharla este verano. Cedida a la Real Sociedad para seguir creciendo, la delantera se reencontró allí con Arturo Ruiz, el técnico que la hizo brillar en Granada la temporada pasada. Tras nueve jornadas, suma 8 goles y ha marcado incluso el penalti que supuso la única derrota del Barça en la temporada.
Y España, en busca de una número 9 que tome el relevo de Esther González, había intentado convocarla. Sin éxito hasta ahora. El nombre de Edna Imade había salido en casi todas las ruedas de prensa de las campeonas del mundo durante el último año, siempre con la misma respuesta de Montse Tomé y luego Sonia Bermúdez: la jugadora espera la nacionalidad española. "Siempre he vivido en España y soy sevillana. Nunca he pisado Nigeria", aseguraba en una entrevista a Diario Vasco. Nigeria, consciente de su potencial, intentó convencerla para que jugara con su selección, pero sin éxito.
Una nacionalización exprés para una España que busca goles
Tras semanas de espera, Imade supo que ya era española justo antes de la lista para la final de la Liga de Naciones: "Pensaba que no me iban a convocar, pero cuando llegué al entrenamiento, mi entrenador me dijo que ya era seleccionable. No me lo podía creer. Luego me enseñaron el vídeo delante de todas y me emocioné muchísimo. Lo primero que pensé al ver mi nombre fue: ¡lo he conseguido!" En el vídeo grabado por el club, se la ve llorando de alegría, rodeada de sus compañeras que la felicitan.
Y si España ha acelerado su nacionalización, es porque la delantera de 25 años responde a las necesidades actuales de España: goles, profundidad y una alternativa a Claudia Pina o Salma Paralluelo, que han jugado de 9 por necesidad en el último parón. Ahora le toca a ella aportar su potencia, velocidad, verticalidad e instinto goleador para ayudar a España a revalidar su título en la Nations League. Para que la historia sea aún más bonita.
