"No hemos podido verlo, estábamos ya preparando nuestra carrera. Pero nos dijeron que había ganado y con un marcote, así que eso me ha motivado", contó el marchador catalán de 23 años, de padre escocés y orígenes familiares irlandeses.
A falta de tres kilómetros, McGrath llegó a ir primero en la carrera, antes de ser adelantado por el brasileño Caio Bonfim y por el chino Zhaozhao Wang, que fueron oro y plata respectivamente.
"Cuando pararon (por tres amonestaciones) a (Toshikazu) Yamanishi, me he visto primero pero tenía dos tarjetas y tenía que controlar la técnica para no tener una tercera. No me la podía jugar", relató.
"Me pasaron entonces dos aviones, el brasileño y el chino. Ese ritmo era forzar demasiado para mí. Decidí quedarme con el bronce y muy feliz porque ya es un sueño hecho realidad", explicó.
En la parte final sufrió para mantener el tercer puesto, en parte por una torcedura en un tobillo.
Paul reveló que es una persona religiosa y de profunda fe católica. Antes de viajar al Mundial fue a pedir ayuda a la Virgen de Montserrat (cerca de Barcelona) y tras cruzar la meta se santiguó.
"Iba rezando"
Durante los últimos kilómetros iba además rezando para no perder la medalla.
"Yo al final iba rezando para que no me dieran el tercer aviso (que le obligaría a parar y le hubiera hecho perder el podio). Ha habido un momento en el que lo he visto todo muy negro", admitió.
McGrath tenía hasta ahora como principal éxito la medalla de plata del Europeo del año pasado en Roma, también en los 20 kilómetros.
Su sueño ahora es poder estar en el podio olímpico dentro de tres años.
"Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (en 2028) son mi sueño. Quiero luchar allí por una medalla, con ese objetivo hago los entrenamientos", afirmó.
P. McGrath compitió con una pulsera que le acompaña en las competiciones y en las que se lee "Nunca des por hecho que no pueden", en alusión a una grave enfermedad de uno de sus primos, que sufre un síndrome que le impide hablar y le dificulta caminar.
"Llevarla me da energía extra", aseguró.