Y son dos. Jannik Sinner domina a Taylor Fritz en la final del US Open y se lleva su segundo slam de la temporada tras el Abierto de Australia. Mermado por la fea historia del dopaje, algunos problemas físicos y la polémica por la amigdalitis que le dejó fuera de los Juegos Olímpicos de París 2024, el italiano se resarció con interés, silenciando a todos y a todo. Un inicio fulgurante con un set perdido ante McDonald, luego el crecimiento exponencial con todos los rivales barridos en tres sets, salvo ese Daniil Medvédev en cuartos de final, derrotado por 3-1, que en pistas de cemento siempre sabe dar que hablar.
Más de 11.000 puntos, un vacío a sus espaldas
Una autopista hacia la final que dejaron vacante Djokovic y Alcaraz, el primero saliendo mal parado ante el australiano Popyrin en cuatro sets en tercera ronda y el segundo con un claro 3-0 ante el holandés van de Zandschulp en segunda ronda. El del Tirol del Sur ya no comete más pasos en falso, combinando un crecimiento exponencial a nivel técnico con una confianza a nivel mental que le convierte hoy no sólo en el número 1 del mundo, sino también en el tenista con más continuidad del circo.
Junto a los dos títulos de slam de 2024, de hecho, Sinner se lleva a casa dos Masters 1000 (Miami y Cincinnati) y dos Atp 500 (Rotterdam y Halle). Un dominio que le permite hacer el vacío en el liderato, que se estira hasta los 11180 puntos, con Zverev segundo a 7075, Alcaraz tercero a 6690 y Djokovic cuarto a sólo 5560.
El reto para el futuro
La temporada de Jannik no termina aquí, porque quedan las Finales Atp italianas, que perdió el año pasado en la final ante Novak Djokovic, al que volvió a poner en juego gracias a su victoria sobre Holger Rune. El serbio dio las gracias pero no tuvo piedad y entregó el último punto alto de 2023, antes de abdicar del liderato y jugar un desastroso 2024, salvado únicamente por la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, el único trofeo que le faltaba.
Conociendo al serbio, prefirió arreglárselas para coronar el sueño (además, ganando en la final a Alcaraz), pero está claro que los 37 años sobre sus hombros empiezan a ser demasiados incluso para él. Aunque Nole no sea aún el pasado, tampoco puede ser el futuro. Un futuro que todo el mundo había puesto en las manos, o más bien en el brazo, del fenómeno español Carlos Alcaraz, antes de que Sinner trastocara los planes y se convirtiera en el nuevo 'grande' con su meteórica ascensión.
Está claro, sin embargo, que el del Tirol del Sur aún tendrá que vérselas con el actual número 3 del mundo, incluso ante Zverev, de 27 años y número 2 de la Atp, que al igual que Alcaraz y Medvedev sigue por delante en los enfrentamientos directos. Precisamente ante el ruso Sinner demostró que el pasado cuenta poco y que el jugador actual no es comparable al de antaño, aunque en Wimbledon tuviera que ceder tras seis victorias consecutivas.
Sin quitar nada a los otros dos, en definitiva, por edad y talento hay pocas dudas de que con Djokovic en sus años crepusculares Sinner tendrá que compartir el futuro con el español. Mientras tanto, han empezado a repartirse los slams del año, con el español triunfando en el Open de Australia y el US Open y Alcaraz ganando Roland Garros y Wimbledon.
La ventaja del pecador
Lo que le falta a Alcaraz, sin embargo, es regularidad, cualidad fundamental para ser número 1 del mundo, dada la forma en que se elabora la clasificación según el método moderno. El español a nivel mental está en estos momentos un escalón por debajo, no en el partido único donde sobresale especialmente con rivales fuertes, sino en mantener la concentración y la forma durante todo el periodo de tiempo, sobreponiéndose a las decepciones. Emblemático es lo sucedido en el US Open, teniendo en cuenta todo el camino recorrido hasta llegar allí.
Sinner, de hecho, a pesar de las polémicas y los sinsabores, consiguió dejarlo todo atrás, haciendo oídos sordos incluso a los vítores del público estadounidense, que soñaba con otro triunfo de las barras y estrellas en casa veintiún años después de Roddick (aunque hay que decir que Fritz no enciende mucho el entusiasmo, quizá desde un punto de vista ambiental hubiera sido peor con Tiafoe). Alcaraz, por su parte, no se ha recuperado desde su derrota en la final de los Juegos Olímpicos contra Djokovic: perdió y destrozó su raqueta en Cincinnati contra Monfils (torneo que luego ganó Sinner) antes de caer en la segunda ronda del US Open contra van de Zandschulp.
Ésa es la ventaja de Sinner en este momento: la continuidad, que procede de un gran trabajo mental y que ha creado una máquina casi perfecta. Tanto en el partido individual, prueba de ello es la capacidad del surtirolés para arrebatar el break en el momento decisivo incluso estando en desventaja como se vio en la final, como en la gestión de sí mismo a lo largo de la temporada. También acalló a las malas lenguas que ya pensaban en un derrumbe tras su relación con la tenista rusa Anna Kalinskaya. Ganó en todos los terrenos.
El paso hacia la perfección
No es casualidad, sin embargo, que el tirolés del sur haya triunfado en los slams de Estados Unidos y Australia. De hecho, ha dominado sobre cemento, una superficie que afortunadamente está presente en dos de los cuatro slams, así como en el Masters 1000 y el Atp 500, salvo una incursión sobre hierba en Halle (Rotterdam es cemento indoor). En esta superficie, el actual número 1 del mundo es de hecho el número 1 indiscutible: lo dicen los resultados y el tipo de juego que va perfectamente con él. La pecadora se siente tan cómoda en pista dura como en moqueta, y el primer slam del año que viene volverá a ser sobre cemento (Abierto de Australia).
Alcaraz, por su parte, sigue teniendo ventaja en las demás superficies, principalmente la tierra batida y después la hierba. No es que Sinner no sea competitivo, como demuestran las excelentes actuaciones del año pasado, pero debido a su tipo de juego y a características como la fortaleza física, la imaginación y la capacidad para variar sus golpes, el de El Palmar encuentra un valioso aliado en las pistas menos rápidas.
La supremacía se jugará, por tanto, en estas variables: en la capacidad de Alcaraz para encontrar continuidad, y en un nuevo paso hacia la perfección de Sinner que le lleve a jugar a la par y ganar al español también en otras superficies. Un reto que deparará a los aficionados un futuro apasionante como lo fue en su momento con los 'tres grandes', y que llevará a los dos a mejorar en el enfrentamiento continuo, como ellos mismos han declarado en repetidas ocasiones. Todo ello es bueno para el tenis.